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Marco A. Gandásegui, hijo: en torno a la crisis de hegemonía y la estructura de
poder de Estados Unidos
Dídimo Castillo Fernández*
En homenaje a Marco A. Gandásegui, hijo,
intelectual prolíco y comprometido, referente y guía permanente del
Grupo de Trabajo de : “E  E U”.
I
La contribución de Marco A. Gandásegui al debate generado en torno a la crisis de
hegemonía y la estructura de poder de Estados Unidos amerita ser destacada como
parte de su legado intelectual fundamental. En principio, asumió los conceptos de
crisis y crisis de hegemonía en un sentido amplio; el primero, como momento de
cambio con incertidumbre y el segundo, como la pérdida de la capacidad de domi-
nación, dirección y control ideológico y político, que caracterizaron a Estados Uni-
dos durante el largo periodo iniciado con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial
hasta por lo menos mediados de la década de 1970, con la emergente crisis del capi-
talismo global y la instauración del modelo neoliberal como estrategia para enfrentar
globalmente dicha crisis. Gandásegui, privilegió y enfatizó en el análisis de las condi-
ciones internas, colocando las contradicciones de clases, la estructura de poder y la
singularidad del sistema político estadounidense en el centro de sus preocupaciones.
Desde su concepción, la crisis de hegemonía de Estados Unidos y su expresión glob-
al, deriva del agotamiento de las estructuras de poder creadas por la burguesía de
aquel país durante el siglo xix y principios del xx, recreadas y consolidadas después
de la Segunda Guerra Mundial, por lo menos hasta mediados de la década de 1970,
con la emergente crisis del capitalismo global.
Desde su concepción, la crisis de hegemonía experimentada por Estados Unidos
no sólo repercutió en la reconguración de la estructura de dominación imperial,
prevaleciente después de la Segunda Guerra Mundial, ante la emergencia de nuevos
polos de dominación global; sino que tuvo un particular efecto sobre las condiciones
* Doutor em Estudos da População pelo Colégio do México. Professor-pesquisador do Centro de
Investigação e Estudos Avançados da População da Universidade Autônoma do Estado do México.
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internas, especialmente sobre la estructura de poder, las relaciones de clases, las
condiciones de vida de la población, así como en el imaginario social estadounidense
ante el horizonte de crisis, agotamiento y posibilidades de recomposición del ideal
del llamado “sueño americano. La pérdida de hegemonía de Estados Unidos tuvo
como correlato de origen la agudización de las contradicciones del modelo neoliberal
dentro de sus propias fronteras.
II
La crisis de hegemonía de Estados Unidos debe ubicarse en el contexto de crisis del
sistema capitalista e instauración del modelo neoliberal, con el que el sistema se veía
obligado a promover medidas de ajuste económico de escala global, en su intento
por restablecer y acelerar el incremento de las ganancias capitalistas. Los capitalistas
orientaron sus estrategias a la búsqueda, penetración y conquista de nuevos espacios
en cualquier parte del mundo que les permitiera maximizar sus benecios. No ob-
stante, Estados Unidos, el país más imperialista del mundo, no pareció apto para la
competencia global emprendida; su esquema de relacionamiento internacional era
la imposición dada su condición de nación preponderante, que, como tal, en todo
caso privilegiaba la negociación bilateral y el establecimiento de relaciones económi-
cas de carácter monopólico. Su dicultad para competir en la economía mundial
hizo cada vez más patente su vulnerabilidad y debilitamiento estructural, así como
sus posibilidades limitadas de conservar su posición y carácter tradicional de nación
hegemónica con capacidad de control, inuencia y liderazgo sobre los demás países
desarrollados y periféricos. Estados Unidos, a partir de entonces, se convirtió en una
potencia estructuralmente vulnerable y tendencialmente decadente. Las consecuen-
cias internas del cambio de modelo, con el desplazamiento de los sectores económi-
cos, también tuvieron repercusión a nivel global. De ahí que, como resultado de ello,
Estados Unidos perdiera igualmente la vanguardia en el sector industrial, al ser de-
splazado por China. La pregunta que aora, y que subyace en la interpretación de
Gandásegui, es hasta dónde la burguesía nanciera, dominante a partir de entonces,
disponía o no de los mecanismos para enfrentar, solventar y restablecer la situación
económica, social y política previa a la crisis en condiciones de estabilidad duradera.
La respuesta entraña contradicciones insalvables del propio sistema en lo que corre-
sponde a sus objetivos básicos de maximizar la ganancia capitalista.
Desde la perspectiva de Gandásegui, la crisis de hegemonía no debe entenderse
como un simple problema de competencia entre naciones o Estados, aunque lo im-
plique. El éxito del modelo seguido podría ser planteado en términos de los logros
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que favorecieron a una fracción de la clase capitalista, particularmente ligada al cap-
ital nanciero, con consecuencias desfavorables para el resto de los sectores sociales.
En este sentido, la crisis no sólo impuso un reto para la clase social tradicionalmente
dominante, sino también y, sobre todo, para la clase trabajadora. El triunfo del mod-
elo neoliberal implicó la derrota de la clase trabajadora y, consecuentemente, la de-
sarticulación de sus organizaciones. No obstante, lo que a primera vista representó una
victoria del capital sobre la clase trabajadora, tendría repercusiones sobre el proceso de
acumulación capitalista en el mediano y largo plazo. Con la derrota y desarticulación
de la clase trabajadora se erosionó la base de sustentación generadora de riqueza, lo
que, al limitar las altas tasas de ganancias capitalistas, se generó, por un lado, el in-
cremento de la sobreexplotación del trabajo en las periferias y al interior de los países
desarrollados y, por el otro, fomentó la acumulación por despojo, saqueo o desposesión
—como la dene David Harvey—, no directamente asociada a la explotación ampliada
del trabajo y basada en la apropiación de riquezas acumuladas. Esta contracción visi-
blemente acentuada con la adopción del modelo neoliberal, que limita la capacidad de
generar excedentes de forma continua, y que en el corto y mediano plazo incrementa-
ron la pauperización, la exclusión, la desigualdad social y los niveles de pobreza, podría
llevar al colapso, estancamiento o nuevas crisis del sistema.
El contexto de crisis del desarrollo capitalista global que se hizo sentir especial-
mente en Estados Unidos desde mediados de la década de los setenta, con la caída de la
tasa de ganancia capitalista, y los consecuentes efectos adversos que conllevó la estrate-
gia neoliberal para revertir dicha tendencia, se dio con un alto costo social y político
para la clase trabajadora y los sectores medios, y el enorme retroceso que implicó en la
calidad de sus vidas. En este sentido, el modelo neoliberal tuvo drásticas consecuencias.
La inestabilidad y el debilitamiento de la clase trabajadora la expuso a mayores condi-
ciones de vulnerabilidad social y política. La estructura social estadounidense here-
dada de la segunda mitad del siglo xx, durante el predominio del Estado benefactor,
adquirió una nueva sonomía. El segmento de los ricos tendió a aumentar sus ingresos
considerablemente. Los trabajadores y sectores medios vieron perder sus empleos o el
deterioro de éstos, así como los benecios sociales previamente adquiridos. El modelo
neoliberal prevaleciente no sólo impactó desfavorablemente sobre las condiciones de
empleo y el poder adquisitivo de la clase trabajadora y sectores medios, y sobre las
potencialidades de movilidad ascendente —una característica supuestamente propia
del modelo laboral estadounidense—, así como en el incremento de la precarización
del trabajo, la creciente desigualdad y ampliación de la pobreza; sino que, derivado de
ello, erosionó los fundamentos ideológicos que le otorgaban credibilidad, legitimidad,
coherencia, continuidad y capacidad de inuencia a escala global.
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III
En congruencia con el planteamiento de Gandásegui al respecto, el éxito o fraca-
so de dicho modelo, y sus consecuencias sobre la crisis de hegemonía, puede ser
analizado en relación con los objetivos perseguidos y logros alcanzados, en función
de sus consecuencias económicas y sociales internas y globales o, particularmente,
poniendo en el centro la disputa política entre dos proyectos de clase, económicos
y de nación: primero, el dominante, promovido por el sector capitalista nanciero,
neoliberal y globalizador, que tiene su base de sustentación ideológica y política en
la llamada clase dirigente, aglutinada en torno al llamado establishment, un círculo
político conformado por miembros de la clase política más poderosa del país, y se-
gundo, el proyecto de la clase capitalista industrial, nacional, hegemónico durante el
largo periodo previo de hegemonía hemisférica de Estados Unidos, integrado por el
sector de clase heterogéneo, vinculado al sector industrial tradicional, desplazado en
la estructura de poder durante el largo periodo de dominación neoliberal, que de-
ende y plantea como única alternativa frente a la crisis interna, económica, social, la
armación del Estado nación frente a la lógica globalizadora de libre mercado.
Esta estructura bicéfala del poder mantiene su expresión política a través de los
dos partidos tradicionalmente hegemónicos: el Partido Demócrata y el Partido Re-
publicano, apoyados además en otros aparatos y organizaciones formales e infor-
males de promoción, comunicación, movilización y proyección social y política. La
crisis de hegemonía de Estados Unidos, en este sentido, expresa la existencia y dis-
puta de dos sectores de la clase económica y política dirigentes con concepciones y
proyectos encontrados, en un momento o coyuntura en la que, desde la sociedad
civil, se ha puesto en cuestión la viabilidad de uno u otro proyecto, como vía de salida
de la crisis de hegemonía. No obstante, el proyecto promovido por el establishment
fue dominante por lo menos desde la administración de Reagan, al inicio de los años
ochenta hasta el nal de la gestión de Obama, a comienzos de 2017, sin una aparente
oposición, orientada ideológica y políticamente por criterios económicos de libre
competencia y la idea de un mundo sin fronteras, enfocado en la defensa, promoción,
mantenimiento y consolidación del “nuevo” orden global neoliberal.
La llegada de Trump al poder, en las elecciones de noviembre de 2016, se produjo
en ese entorno. Fue resultado de esa crisis, decantada momentáneamente a favor del
proyecto emergente antiglobalizador, nacional, con el énfasis altamente conservador
impuesto, que evidenció la ideología y personalidad excéntrica del propio candidato
republicano. Trump fue visto por la contraparte o establishment como “un gran dis-
ruptor del orden mundial, además de ser señalado por lo que consideraron un “na-
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cionalismo extremo, con alto contenido de ideas supremacistas. No obstante, dicho
proyecto tuvo resonancia en un sector importante de las clases medias y de la clase
trabajadora afectadas por la política neoliberal, con el aumento de las desigualdades
de ingresos y la pérdida de oportunidades. Trump pudo movilizar y encontrar el
apoyo en amplios sectores de una clase trabajadora “amorfa, desencantada, además
de activar los reclamos de una clase media desorientada e insatisfecha, e incentivar
las tensiones entre las clases dominantes proclives al modelo neoliberal y los sectores
de clase que creyeron posible la reedición del modelo de industrialización y la nece-
saria vuelta a un modelo proteccionista o semiproteccionista, centrado o no en el de-
sarrollo de los Estados nacionales y los nacionalismos diversos. El triunfo de Trump
fue resultado de los efectos adversos no esperados de la globalización neoliberal en
Estados Unidos.
La salida de Trump, en enero de 2021, resultó de un proceso electoral muy dis-
putado y cuestionado, más allá de consideraciones que pueden permitir entender el
marco de la estructura de poder que lideran dos proyectos, con dos visiones de país
y estrategias aparentemente similares, pero con consecuencias internas muy diferen-
ciadas. En términos estructurales, o por lo menos de largo plazo, se podría argumen-
tar que la estrategia neoliberal pudo frenar la caída de la tasa de ganancia deteriorada
y revertirla sustancialmente, pero no así consolidar su poder político ni atenuar el
creciente deterioro social de amplios sectores y, con ello, acentuar la ruptura del pacto
social que dominó en la fase previa al neoliberalismo. El éxito económico se produjo
a un costo social y político alto, con las consecuencias no previstas sobre la pérdida
de legitimidad interna, debilitamiento y crisis de hegemonía. La crisis social interna,
no resuelta, al contrario, se acentuó durante la gestión de Trump. El neoliberalismo
como “proyecto de clase” reencuentra su cauce, pero sin que ello implique la salida de
la crisis de hegemonía interna y externa, con consecuencias adversas, ya conocidas,
en el ámbito de las relaciones económicas y un enorme costo social interno, reejado
en los niveles de desigualdad social y pobreza prevaleciente. El triunfo de Biden no
resuelve la crisis social interna, tampoco resuelta durante la gestión de Trump.
La construcción y reconstrucción de los aportes de Gandásegui, en este sentido,
constituyen un insumo valioso y de primer orden para la reexión crítica sobre el
carácter de la crisis de hegemonía de Estados Unidos, considerada desde la estructura
de poder interna, la disputa y viabilidad de dos proyectos de modelo económico y de
Nación, como posibles salidas en el entorno de incertidumbre y desconcierto global,
aumentado con la crisis sanitaria provocada por la pandemia, sus consecuencias en la
economía del país y el mundo, y en el aumento de las desigualdades sociales.