Editorial Español

Autores

  • Lucia Rabello de Castro Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil.

DOI:

https://doi.org/10.54948/desidades.v0i20.21231

Resumo

En una sociedad que se quiere democrática, la participación de todos y todas no es
solamente deseable, sino fundamental. A pesar de eso, algunos segmentos sociales,
como el de los niños, aún se encuentran alejados de sus derechos políticos. Es casi una
obviedad decir que no se espera que los niños puedan participar plenamente de la vida
política, ya que, así se piensa, ellos no disponen de las condiciones psicológicas y morales
para ese ejercicio. En defnitiva, como afrma uno de los renombrados flósofos de la
política moderna, John Rawls, la ciudadanía política implica la posibilidad de autonomía,
o sea, de poder expresar libre y autónomamente cómo y por qué se elige y se vota (Rawls,
1993). No obstante, esta tesis ha sido cuestionada. Wall (2011) argumenta que sólo con
cambios en relación a cómo la democracia y la representación son pensadas, es que
podrán instituirse prácticas más democráticas –como el voto de los niños –, permitiendo
a los niños que puedan expresar públicamente sus diferencias en relación a los otros.
Wall afrma que ningún gobierno que responde apenas a un porcentaje pequeño de sus
ciudadanos puede ser considerado democrático.

Referências

Rawls, J. Political Liberalism. New York: Columbia University Press, 1993.

Wall, J. Can democracy represent children? Toward a politics of difference. Childhood, v.19, n.1, 86-100, 2011.

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Publicado

29-10-2018