Dossier 50 años del Sistema Mundial Moderno y 30 años del Largo Siglo XX: Pensar el mundo contemporáneo

2024-08-08

Carlos Eduardo Martins, Francisco López Segrera y Sebastián Link Chaparro (eds.)

 

En 2024 celebramos los aniversarios de dos obras seminales para la constitución y desarrollo de los análisis del sistema-mundo: el 50 aniversario de El sistema-mundo moderno: la agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI (1974), de Immanuel Wallerstein, y el 30 aniversario de El largo siglo XX: dinero y poder en los orígenes de nuestra época (1994), de Giovanni Arrighi.

 

La obra de Immanuel Wallerstein se desarrolló en una secuencia de cuatro libros, prevista para seis, y sentó las bases del concepto de sistema-mundo moderno con inmensas repercusiones epistemológicas, teóricas y analíticas que el autor desarrolló a lo largo de su vida en diversas publicaciones. A través de este concepto, redefinió el objeto de las ciencias sociales y propuso su reorganización, denunciando el proyecto liberal de la ciencia como principal fundamento ideológico de la civilización capitalista, el que sustituyó a la síntesis cristiana y a las disputas entre contrarreforma y reforma. El autor cuestionó la estructura y el formato del pensamiento científico producido por el liberalismo y, en particular, en el campo de las humanidades, y propuso la disolución de sus disciplinas en el ámbito de una única ciencia social regida por el estudio de la lógica y las reglas de un mismo objeto, el sistema-mundo moderno, ya que el análisis de sus diversas dimensiones empíricas no daría lugar a rupturas en las continuidades teórico-metodológicas que justificarían las ciencias particulares. El objetivo de separar el conocimiento en disciplinas independientes entre sí es impedir que la ciencia actúe como fuerza de transformación global del sistema de poder, encerrándola en las diversas dimensiones de su estructura, como la económica, la política, la militar, la social, la cultural, la internacional y la geográfica, entre otras. Los análisis del sistema-mundo deben emprender una crítica teórica y metodológica de las ciencias sociales formuladas a partir del paradigma liberal que se volvió hegemónico en el siglo XIX, y proponer nuevas formas de organizarlas. El pensamiento debe pasar de lo abstracto a lo concreto y los sistemas-mundo deben entenderse como complejos históricos dinámicos formados por tendencias seculares, cíclicas y estocásticas.

 

Wallerstein afirmó que el sistema-mundo moderno comenzó en el siglo XVI, cuando la economía-mundo creó su propio sistema de poder subvirtiendo el imperio-mundo tributario europeo que enfrentaba su crisis estructural, expandiéndose geopolítica y geoculturalmente hasta convertirse en el único sistema del planeta. El autor descartó el determinismo económico de los marxismos mecanicistas y formuló el concepto de capitalismo histórico, con el cual extendió la centralidad de la acumulación de capital a los procesos históricos basados en formas coercitivas y no remuneradas de utilización de la fuerza de trabajo y en el uso de tecnologías preindustriales. Destacó la estructuración de una economía-mundo en expansión basada en una división internacional del trabajo articulada por flujos de capital y mercancías a través de un sistema interestatal como elementos cruciales en su constitución. El sistema-mundo moderno estaría constituido por centros, semiperiferias y periferias, dando lugar a rivalidades y disputas por la hegemonía, y proyectándose sobre zonas exteriores. Los socialismos del siglo XX fueron incapaces de crear otro sistema-mundo paralelo, permaneciendo dentro del sistema-mundo moderno. El estalinismo se acomodó a su lógica, dando centralidad a la burocracia estatal sobre los procesos de socialización y limitó su expansión internacional restringiendo su espacio geopolítico principalmente a Europa del Este, actuando para moderar los movimientos antisistémicos en el mundo.

 

Para el autor, a partir de 1968, la hegemonía estadounidense, el propio sistema-mundo moderno y la civilización capitalista entraron en un declive secular. El fin de la URSS destruyó el principal pretexto de la Guerra Fría, uno de los pilares de la hegemonía estadounidense, acelerando su descomposición y la liberación de los movimientos antisistémicos del control e influencia del interés estatal soviético. Las presiones globales para que el capital internalice los costes de la destrucción ecológica, la ofensiva de los movimientos sociales para aumentar el precio del trabajo, estimulada por la urbanización del mundo, y el aumento de las rivalidades interestatales tienen un efecto negativo en las tasas de beneficio. Wallerstein predijo un periodo caótico para 2025-2050, en el que se disputaría la reorganización del sistema mundial, siendo una de sus dimensiones el declive del liberalismo global. Señaló tres posibles resultados del periodo caótico: la restauración de los imperios mundiales mediante la imposición del fascismo democrático; el establecimiento de un sistema mundial socialista, capaz de renovar de modo radical los socialismos del siglo XX; y la refeudalización del mundo mediante su fragmentación en procesos locales y regionales.

 

Giovanni Arrighi, en su clásico El largo siglo XX: dinero y poder en los orígenes de nuestra época, sistematizó su teoría de los ciclos sistémicos, que comenzó a esbozarse en su Geometría del imperialismo (1978), analizando la larga duración del sistema mundial moderno. Destacó su génesis en la articulación del capitalismo intersticial genovés con las potencias territoriales ibéricas y analizó los diversos ciclos sistémicos de la civilización capitalista, señalando su carácter evolutivo, determinado, pendular, dinámico, interactivo y contingente. Examinó y teorizó en profundidad las hegemonías genovesa, holandesa, británica y norteamericana y los tres periodos de caos sistémico que precedieron a la consolidación de la hegemonía de Estados Unidos. Indicó el inicio del declive del ciclo estadounidense a partir de finales de los años sesenta y señaló la bifurcación sui generis que se produjo, separando las potencias militar y económica, a medida que EE. UU. concentraba el poder coercitivo y Asia del Este comenzaba a liderar el dinamismo económico. El autor afirmó que una vez agotada la belle époque estadounidense, provocada por la financiarización de su régimen de acumulación y la sobrevaloración del dólar, se abriría un periodo de caos sistémico en el que cabrían las siguientes alternativas: la imposición de un imperio tributario global dirigido por Estados Unidos; el fin del capitalismo braudeliano asociado a los monopolios en favor de un sistema de mercado vinculado al capitalismo de red asiático; y el desarrollo progresivo del caos sistémico antes de que pudiera surgir un nuevo sistema mundial.

 

En Adam Smith en Pekín. Orígenes y fundamentos del siglo XXI (2007), Arrighi profundizó en los análisis expuestos en El largo siglo XX. Desplazó la alternativa del competitivo sistema de mercado asiático al socialismo chino, el que relanzaría la zona de mercado braudeliana. Analizó China combinando tres procesos históricos: la incorporación del legado del sistema sinocéntrico ligado a una fuerte presencia campesina, al acceso a la tierra y al uso de tecnología intensiva en mano de obra; el desarrollo de la revolución socialista que priorizó la generación de bienes públicos en salud y educación, centralizó las finanzas y estableció lo que el autor denominó la revolución industriosa, la que industrializó el campo, limitó la desposesión, fortaleció las empresas comunales, descentralizó la gestión y combinó la producción para el mercado con la regulación estatal; y la hibridación del Estado socialista con la economía mundial capitalista mediante vínculos con el mercado mundial, el establecimiento de empresas mixtas con empresas extranjeras y la creación de una burguesía interna limitada por una fuerte dirección estatal y su presencia en el sector de las infraestructuras. Se trata de un proceso complejo y contradictorio en el que el ascenso pacífico de China, estimulado por Estados Unidos para abaratar sus costes de producción y dividir Eurasia contraponiendo la inclusión china al cerco de Rusia, ha llegado a su límite. Ello se debe a las pretensiones de China de competir en la vanguardia de la tecnología mundial y de promover un nuevo espíritu de Bandung reforzando el multilateralismo, los BRICS y el Sur Global.

 

Los trabajos de Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi presentan notables convergencias, pero también diferencias significativas en varios aspectos como la interpretación de los orígenes del sistema-mundo moderno, sus diferentes concepciones de las hegemonías, los ciclos y las alternativas al sistema actual, en particular el papel que pueden desempeñar el Estado y los movimientos antisistémicos. Mientras Wallerstein desestimó el papel de los BRICS y de los Estados en la construcción de alternativas, destacando la centralidad de los movimientos sociales manifestada en la lucha del espíritu de Porto Alegre contra el espíritu de Davos, Arrighi destacó el papel que China puede desempeñar en la articulación de un proyecto del Sur Global contra la dominación de Estados Unidos, el que habría abandonado sus formas hegemónicas tras la intervención en Irak. Los liderazgos estatales de este bloque histórico emergente acelerarían las disputas geopolíticas y favorecerían las luchas de clases transnacionales y los movimientos antisistémicos, incluso dentro de los propios países imperialistas.

 

A partir de las reflexiones de estos autores y de sus obras clásicas, invitamos a las y los interesados a presentar artículos sobre los siguientes temas:

 

a) Orígenes, hegemonías e hibridaciones del sistema-mundo moderno.

 

b) Crisis de la civilización capitalista y alternativas de poder en el sistema-mundo en el siglo XXI.

 

c) Disputas geopolíticas en el mundo contemporáneo: imperialismo, multilateralismo y antiimperialismo.

 

d) ¿Hacia dónde va China? Ascenso, conflictos internacionales, estructura de clases y reorganización del sistema-mundo.

 

e) Los Estados Unidos y el estancamiento catastrófico del mundo contemporáneo: estrategias internacionales, resistencia y luchas antisistémicas.

 

f) El Estado en América Latina, la crisis de la democracia y las luchas por el poder mundial.

 

g) La batalla de las ideologías y las luchas de poder globales: fascismo, liberalismo, socialismo y nacionalismo en la transición al largo siglo XXI.

 

h) Pensamiento social, ciencia y conflictos geoculturales en el mundo: marxismo, liberalismo incorporado, decolonialidad, eurasianismo, islamismo y etnopluralismo.

 

i) Estado, movimientos sociales y luchas antisistémicas en la actualidad.

 

j) De las luchas antisistémicas al poder popular. ¿Pueden fuerzas populares gobernar Estados en el sistema-mundo del siglo XXI?

 

k) Civilización capitalista, crisis ecológica contemporánea y alternativas.

 

l) Caos sistémico, guerras y paz: reflexiones para nuestro tiempo.

 

Fecha límite: 31 de octubre de 2024

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