Dossier Feminismos no Século XXI

2024-03-06

Dossier Feminismos no Século XXI

Organizadoras: Claudia Mazzei, Joana Coutinho e Joana das Flores

 

La palabra feminismo o feminista, según Karen Offen, se utiliza hoy en día a gran escala en los países occidentales y orientales para legitimar las ideas e ideales que defienden la emancipación de la mujer; los movimientos que pretenden alcanzarla y los individuos que apoyan este objetivo. La palabra Féminisme (feminismo) ya se utilizaba como sinónimo de emancipación de la mujer en el discurso político francés a finales del siglo XIX. En cuanto a la primera autoproclamada feminista, la autora e historiadora Karen Offen escribe que la primera autoproclamada feminista fue la defensora del sufragio femenino francés, Hubertine Auclert, quien, a partir de 1882, utilizó el término en su publicación periódica La Citoyenne (La Ciudadanía) para describirse a sí misma y a sus asociadas. Según las formulaciones de Offen, feminismo es un término autoexplicativo, pero no cristalizado, ya que, dependiendo de las culturas y sociedades, sus significados y connotaciones pueden diferir, lo que impide que esta categoría sea rígidamente cerrada. De este modo, aproximarse a las luchas feministas y a su legado continuado, aunque sea brevemente, implica situar su evidencia histórica, evitando los anacronismos y la ausencia de crítica dentro del propio movimiento de lucha. Pensar las reivindicaciones de las mujeres requiere también conocer sus prioridades, porque no todas las mujeres son feministas y no todas las feministas son mujeres. La afirmación de Offen es muy importante por dos razones: en primer lugar, para evitar la pérfida idea de que el feminismo es antimasculino, o que todos los hombres son potencialmente opresores. En segundo lugar, porque las agendas feministas han contado a lo largo de la historia con el apoyo (aunque pequeño) de los hombres para legitimarlas. Por ejemplo, François Poullain de la Barre en la Francia del siglo XVII; Condorcet y Theodore Gottlieb en Francia y Prusia a finales del siglo XVIII; y Charles Fourier, Ernest Legouvé, John Stuart Mill y August Bebel en Francia, Alemania e Inglaterra en el siglo XIX. En cuanto a la participación de los hombres en la lucha feminista en América Latina, cabe mencionar a José Carlos Mariátegui en el Perú del siglo XX.

Garantizar el acceso de las mujeres a los derechos políticos ya garantizados a los hombres fue uno de los grandes temas del siglo XX. En el contexto latinoamericano, Mariátegui consideraba que así se establecería la igualdad jurídica y política entre hombres y mujeres. Destacó la experiencia concreta de las mujeres en el parlamento, el gobierno, el activismo y las negociaciones en interés de la nación. Cuando mencionaba a las mujeres en el poder y en la esfera pública, partía de una realidad aún no experimentada en el Perú, hablando más específicamente de la experiencia rusa y británica, citando como ejemplos a Alexandra Kollontai (una de las líderes de la Revolución Rusa de 1917) y Miss. Margaret Bondfield (Primera Ministra laborista de Gran Bretaña). Alexandra Kollontai, una de las protagonistas de la revolución, además de ocupar uno de los cargos más altos e importantes, tuvo una producción intelectual única durante el régimen soviético. En 1922, Alexandra Kollontai fue nombrada consejera de la embajada soviética en Noruega, lo que la convirtió en la tercera mujer en ocupar un cargo diplomático en el siglo XX, después de Rosika Schwimmer (1877-1948). Entre sus obras destaca La moral del sexo (1921). También se ocupó de la mujer en la esfera pública, la maternidad y la mujer en la política. Los derechos maternales no podían ser un fin en la vida de las mujeres, sino un medio de mediar entre la experiencia de ser madre sin dejar de ser sujeto político. Para ello, hizo posible el debate sobre el papel de la sociedad y sus valores conservadores, afirmando que la forma de romper con este pensamiento pasaría directamente por la liberación política y sexual de las mujeres. Para ella, esta relación de igualdad entre hombres y mujeres fundaría una sociedad que funcionaría con un nuevo valor moral, que daría a las mujeres revolucionarias otro lugar y centralidad. Kollontai destacó toda la colaboración femenina durante y después de la revolución y señaló que el comunismo se encontró al principio con la resistencia de las mujeres rusas, sobre todo de las campesinas, ya que aún existía un fuerte predominio religioso en todo el país. Por ello, el programa revolucionario no era sólo la inclusión, sino la participación activa de las mujeres.

En este sentido, destacamos lo crucial que fue la lucha revolucionaria feminista para criticar los derechos de los hombres inaugurados por la Revolución Francesa, ya que se trataba de una democracia exclusivamente masculina que mantenía, en cierta medida, las bases de la dominación feudal y de la explotación de las mujeres. Por otro lado, la revolución burguesa inauguró una "nueva era" desde el punto de vista de las luchas y la organización política de las mujeres, con la promesa de una civilización que daría a las mujeres condiciones concretas y objetivas para aumentar su poder productivo y, consecuentemente, alcanzar una mejor posición en la vida social. En este sentido, es importante analizar estas particularidades y sus retrocesos en la actualidad, entendiendo que la relación entre países desarrollados y en desarrollo produce una subordinación que repercute en la falta de autonomía de los procesos sociales en los países periféricos. Por eso, no estamos hablando del mismo sujeto histórico, sino de una formación de clase social históricamente determinada.

Fue en esta insurgencia que el feminismo, o más bien los feminismos como movimientos, desafiaron la hegemonía del saber y de la moral religiosa, las costumbres patriarcales, la desigualdad social, pero aún fueron limitados en la lucha contra el racismo y la desigualdad de género, ya que la concepción binaria y semántica de sexo/género se mantuvo por mucho tiempo.

Para pensar la lucha feminista contemporánea, es necesario considerar la estructura organizativa selectiva de las economías mundiales, el papel periférico de los países en desarrollo y sus expresiones concretas de superexplotación y degradación, tanto de las condiciones de trabajo como de las condiciones materiales de producción y reproducción de la vida de los trabajadores, y las diferentes expresiones que asume el feminismo en su denuncia de la discriminación interseccional (clase, raza, género, generación y ecología). Esta lucha no se da sin reivindicaciones feministas. Porque cuando se lucha por los derechos de las mujeres, desde la perspectiva que aquí hemos esbozado, también se está luchando por una nueva sociedad.

Este dossier: "Feminismos en el siglo XXI" pretende reunir artículos que analizan las perspectivas teóricas marxistas y decoloniales en la construcción del pensamiento feminista; los avances históricos del movimiento feminista, incluyendo los relativos a los derechos sociales, políticos, sexuales y reproductivos, la identidad de género, la maternidad y el mundo del trabajo, el acoso sexual y moral y la lucha contra las múltiples expresiones de la violencia; los avances y agendas del feminismo negro e indígena; las diferencias entre los feminismos socialista y liberal en su mediación con la interseccionalidad; la redefinición del feminismo por los movimientos LGBTQIA+; y las estrategias de lucha y articulación del movimiento feminista internacional.

 

Fecha límite de presentación: 30 de junio de 2024