Imperio: no llores por mí Argentina
Abstract
Imperio, de Toni Negri y Michael Hard, fue ambiguamente recibido en América Latina; por un lado, provocó estridencia, como si se tratara de una anunciación ligeramente despojada de sorpresa (algunos hablan de una sensibilidad “posmoderna”), por otro, metió el dedo en la llaga de las izquierdas en duelo. ¿Tienen tanta necesidad de sostener la continuidad del “antiimperialismo” las izquierdas dogmáticas y los nacionalismos populares? Por su parte, un sentido común algo reaccionario, de izquierda a derecha, se encargó de rechazarlo como foráneo y afirmando la supuesta especificidad local. ¿Nos consideramos incapaces de apropiarnos de ideas, diagnósticos y experiencias que se pensaron, ejecutaron o vivieron en otra parte? ¿Nos sentimos especiales, subdesarrollados o simplemente ajenos? Como si, por ejemplo, en el caso de Argentina, el peronismo no hubiese resultado de una resonancia con el welfare europeo y estadounidense, derivando en una apropiación singular; como si nuestras izquierdas leninistas y trotskistas no hubieran recibido, sobre todo en un tramo del siglo XX, ya no influencia, sino directamente órdenes de “afuera”. De modo que la recepción local de Imperio supuso esnobismo, enojos, ninguneos y desconocimiento, producto del deseo de sintonizar con lo nuevo, de la nostalgia, la cerrazón doctrinaria o los aires de superioridad en espejo al sentir cipayo. Pero también alimentó debates, apropiaciones interesantes y algunos entusiasmos genuinos como la praxisPublished
2021-01-29
Issue
Section
Artigos